Otra final. Otra derrota. Otra vez lo mismo. Millones de personas con el corazón oprimido, con las ilusiones rotas y con el grito de gol atravesado en la garganta sin poder salir. ¿Culpables? Varios, sin lugar a dudas. Sin embargo la gente se deja llevar y cuestiona, critica y responsabiliza al que menos se lo merece. Al que más luchó, al que más está sufriendo. A él. Al único. A Lio Messi.
