Otra final. Otra derrota. Otra vez lo mismo. Millones de personas con el corazón oprimido, con las ilusiones rotas y con el grito de gol atravesado en la garganta sin poder salir. ¿Culpables? Varios, sin lugar a dudas. Sin embargo la gente se deja llevar y cuestiona, critica y responsabiliza al que menos se lo merece. Al que más luchó, al que más está sufriendo. A él. Al único. A Lio Messi.
Hace mucho tiempo que Argentina quiere (y merece) un título. Una injusta sequía de 23 años y 7 finales perdidas es demasiado para una selección con tanta historia y con muy buenos jugadores, entre ellos ni más ni menos que el mejor del mundo. Para colmo, la maldición de las caídas consecutivas nos persigue: tres veces seguidas frente a Alemania en Mundiales y ahora dos consecutivas ante Chile por Copa América. En fin, estadísticas negativas por donde lo mires.
Sin dudas superar esto no será fácil. Se requiere de una intervención inmediata de parte de la AFA, pero los dirigentes están más concentrados en disputas políticas por dinero y poder en lugar de contener a los jugadores. Parece que Messi pegó el portazo, pero no sería el único ya que se rumorea que Mascherano, Agüero, Lavezzi, Higuaín hagan lo mismo, entre otros. Que el último apague la luz.
Pero... ¿es este oscuro y tenebroso panorama el fin del camino? Para nada. Se vienen las eliminatorias para el próximo Mundial, no se pueden bajar los brazos ahora. No se puede renunciar. Es evidente que llegó la hora de convocar a otros jugadores, con hambre de gloria y ganas de morir por la camiseta. Llegó la hora de dejar de convocar siempre a los mismos, de ver cuáles son los ciclos cumplidos y tomar cartas en el asunto. Llegó la hora de respaldar al DT, o elaborar UN VERDADERO PROYECTO FUTBOLISTICO y buscar al técnico ideal para el mismo. Y también llegó la hora de hacerle el aguante a él, a ese hombre que a pesar de ser criticado, insultado, aunque pongan en duda su amor por la camiseta y los colores se sigue presentando y deja todo lo que tiene en la cancha para lograr su sueño: ganar un título para Argentina. No podemos permitirnos perderlo así, dejarlo ir sin más. Es hora de poner la cara por él, de la misma forma que él puso la cara por nosotros.
Compartimos tus lágrimas Lio. Porque no llora un hombre, llora un país.

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